Anuncian nueva recorrida por El Salvador para conocer el legado de Juana Elena Blanco y Dolores Dabat
El sábado 31 de octubre a las 15 se reeditará La noble aventura de educar, una visita con puesta en escena que narra vidas y obras de dos maestras que hicieron historia en la ciudad.
Los rosarinos podrán disfrutar de una nueva función de La noble aventura de educar, una recorrida histórica por espacios no convencionales del cementerio El Salvador (Ovidio Lagos 1840), que se llevará a cabo el próximo sábado 31 de octubre a las 15. La visita histórica y artística cuenta las vidas de Dolores Dabat y Juana Elena Blanco, dos maestras que dejaron una huella innegable en la historia de Rosario. La actividad se enmarca en el programa La hora del cuento, coordinado por Mónica Alfonso junto a su equipo de voluntarios, en articulación entre las secretarías de Servicios Públicos y Medio Ambiente y de Cultura y Educación. La entrada será libre y gratuita, con cupos limitados.
Esta recorrida no convencional por espacios de la necrópolis local se realiza a partir de una especial intervención musical, narrativa y escénica que recrea los tiempos en que vivieron dos educadoras pioneras como fueron Dabat y Blanco. La puesta en escena que conecta vidas e historias de las educadoras está incluida en la programación anual del Área de Preservación del Patrimonio en Cementerios.
Teniendo en cuenta que los cupos para participar del recorrido son limitados, los interesados pueden inscribirse a través de la dirección de correo electrónico cementerioelsalvador@rosario.gov.ar. En caso de lluvia, la actividad se suspende.
Cabe destacar que esta propuesta tuvo su inicio el año pasado con Un puente soñado desde el arte, un encuentro que, a través de una narrativa escénica familiar propuesta por Mónica Alfonso, conectó las historias de vida de Lucrecia Castagnino y Emilia Bertolé, dos mujeres talentosas y protagonistas de la cultura de la ciudad.
Dos vidas ejemplares: educación de vanguardia y compromiso social
Juana Elena Blanco nació en 1866 y murió en 1925. Menuda, vestida siempre de oscuro, enérgica y vehemente, recorría las barriadas de Rosario de principios del siglo XX, conmovida por los niños que colmaban las viviendas precarias.
Fue una verdadera autodidacta en toda la amplitud de la palabra. Profundizó a sola fuerza de un estudio intensivo la ardua tarea de enseñar, abarcando los aspectos del conocimiento, de las destrezas, y de las actitudes del niño. Cumplió con esos objetivos a través de cuarenta años dedicados a la docencia.
Movilizada por la falta de instrucción y la marginación de los niños más pobres, incorporó la capacitación en oficios en la enseñanza.
Por su parte, Dolores Dabat (1889- 1940) estaba convencida de que la educación debía estar vinculada con lo placentero de la vida, y que enseñanza, arte y estética iban de la mano. Avanzada precursora en muchos sentidos, fue sobre todo una apasionada docente, además de ensayista, escritora y poeta.
Amaba las ciencias naturales, el dibujo y los trabajos manuales. Fundó la revista Quid novis y creó la Asociación de ex alumnas de la Escuela Normal Nº 2. En esa institución, los alumnos tenían acceso a una formación de primer nivel a partir de conciertos, recitales, disertaciones, visitas de artistas y escritores que promocionaba la misma educadora.
Cumplió su sueño de contar con un recreo de deportes, La Querencia, que luego se convirtió en el primero y único en su tipo para la comunidad de una escuela pública.
Consideraba que se debían conciliar con la enseñanza los valores democráticos, el arte y el juego.